lunes, 18 de enero de 2010

2Co 11, 7-15 No fui gravoso para nadie

(2Co 11, 7-15) No fui gravoso para nadie

[7] ¿Acaso procedí mal al anunciarles gratuitamente la Buena Noticia de Dios, humillándome a mí mismo para elevarlos a ustedes? [8] Yo he despojado a otras Iglesias, aceptando su ayuda, para poder servirlos a ustedes. [9] Y cuando estaba entre ustedes, aunque me encontré necesitado, no fui gravoso para nadie, porque los hermanos que habían venido de Macedonia me proveyeron de lo que necesitaba. Siempre evité serles una carga, y así lo haré siempre. [10] Les aseguro por la verdad de Cristo que reside en mí, que yo no quiero perder este motivo de orgullo en la región de Acaya. [11] ¿Será acaso porque no los amo? Dios lo sabe. [12] Y lo que hago, lo seguiré haciendo, para quitar todo pretexto a los que buscan una ocasión de gloriarse por los mismos motivos que nos gloriamos nosotros. [13] Estos son falsos apóstoles, que proceden engañosamente, haciéndose pasar por apóstoles de Cristo. [14] Su táctica no debe sorprendernos, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. [15] No es de extrañar, entonces, que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia. Pero su fin será digno de sus obras.

(C.I.C 565) Desde el comienzo de su vida pública, en su bautismo, Jesús es el "Siervo" enteramente consagrado a la obra redentora que llevará a cabo en el "bautismo" de su pasión. (C.I.C 531) Jesús compartió, durante la mayor parte de su vida, la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios (cf. Ga 4, 4), vida en la comunidad. De todo este período se nos dice que Jesús estaba "sometido" a sus padres (cf. Lc 2, 51) y que "progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres" (Lc 2, 51-52).

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