lunes, 23 de noviembre de 2009

1Co 16, 5-12 Timoteo permanezca entre ustedes

(1Co 16, 5-12) Timoteo permanezca entre ustedes

[5] Yo iré a verlos, después de atravesar Macedonia donde estaré de paso. [6] Tal vez me quede con ustedes algún tiempo, a lo mejor durante todo el invierno, a fin de que me ayuden a proseguir viaje hasta el lugar de mi destino. [7] Porque no quiero verlos sólo de paso, sino que espero quedarme algún tiempo entre ustedes, si el Señor lo permite. [8] Mientras tanto, permaneceré en Éfeso hasta Pentecostés, [9] ya que se ha abierto una gran puerta para mi predicación, aunque los adversarios son numerosos. [10] Si llega antes Timoteo, procuren que permanezca entre ustedes sin ninguna clase de temor, porque él trabaja en la obra del Señor de la misma manera que yo. [11] Que nadie lo menosprecie. Ofrézcanle los medios necesarios para que se reúna conmigo, porque yo lo estoy esperando con los hermanos. [12] En cuanto a nuestro hermano Apolo, le insistí mucho para que fuera a visitarlos junto con los hermanos, pero él se negó rotundamente a hacerlo por ahora: irá cuando se le presente la ocasión.

(C.I.C 1590) San Pablo dice a su discípulo Timoteo: "Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos" (2Tm 1,6), y "si alguno aspira al cargo de obispo, desea una noble función" (1Tm 3,1). A Tito decía: "El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené" (Tt 1,5). (C.I.C 162) La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a Timoteo: "Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" (1Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que nos la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe "actuar por la caridad" (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia. (C.I.C 1269) Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya no se pertenece a sí mismo (1Co 6,19), sino al que murió y resucitó por nosotros (cf. 2Co 5,15). Por tanto, está llamado a someterse a los demás (Ef 5,21; 1Co 16,15-16), a servirles (cf. Jn 13,12-15) en la comunión de la Iglesia, y a ser "obediente y dócil" a los pastores de la Iglesia (Hb 13,17) y a considerarlos con respeto y afecto (cf. 1Ts 5,12-13). Del mismo modo que el Bautismo es la fuente de responsabilidades y deberes, el bautizado goza también de derechos en el seno de la Iglesia: recibir los sacramentos, ser alimentado con la palabra de Dios y ser sostenido por los otros auxilios espirituales de la Iglesia (cf. Lumen gentium, 37; CIC cánones 208-223; CCEO canon 675, § 2).

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