[39] No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces. [40] Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y cada uno tiene su propio resplandor: [41] uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.
domingo, 15 de noviembre de 2009
1Co 15, 39-41 No todos los cuerpos son idénticos
(1Co 15, 39-41) No todos los cuerpos son idénticos
[39] No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces. [40] Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y cada uno tiene su propio resplandor: [41] uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.
[39] No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces. [40] Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y cada uno tiene su propio resplandor: [41] uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.
(C.I.C 999) ¿Cómo? Cristo resucitó con su propio cuerpo: "Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo" (Lc 24, 39); pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en El "todos resucitarán con su propio cuerpo, del que ahora están revestidos" (Concilio Lateranense IV: DS 801), pero este cuerpo será "transfigurado en cuerpo de gloria" (cf. Flp 3, 21), en "cuerpo espiritual" (1Co 15, 44): “Pero dirá alguno: ¿cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano..., se siembra corrupción, resucita incorrupción [...]; los muertos resucitarán incorruptibles. En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad” (1Cor 15,35-37. 42. 53). (C.I.C 1000) Este "cómo occurrirá la resurreción" sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe. Pero nuestra participación en la Eucaristía nos da ya un anticipo de la transfiguración de nuestro cuerpo por Cristo: “Así como el pan que viene de la tierra, después de haber recibido la invocación de Dios, ya no es pan ordinario, sino Eucaristía, constituida por dos cosas, una terrena y otra celestial, así nuestros cuerpos que participan en la eucaristía ya no son corruptibles, ya que tienen la esperanza de la resurrección” (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 18, 5: PG 7, 1028-1029).
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