lunes, 2 de noviembre de 2009

1Co 14, 26-33 Que todo sirva para la edificación común

(1Co 14, 26-33) Que todo sirva para la edificación común

[26] Hermanos, ¿qué conclusión sacaremos de todo esto? Cuando se reúnen, uno puede cantar salmos, otro enseñar, o transmitir una revelación, o pronunciar un discurso en un lenguaje incomprensible, o bien, interpretarlo. Que todo sirva para la edificación común. [27] ¿Se tiene el don de lenguas? Que hablen dos, o a lo sumo tres, y por turno, y que alguien interprete. [28] Si no hay intérprete, que se callen y que cada uno hable consigo mismo y con Dios. [29] Con respecto a los profetas, que hablen dos o tres y que los demás juzguen lo que ellos dicen. [30] Si algún otro asistente recibe una revelación, que se calle el que está hablando. [31] Así todos tendrán oportunidad de profetizar, uno por uno, para que todos sean instruidos y animados. [32] Los que tienen el don de profecía deben ser capaces de controlar su inspiración, [33] porque Dios quiere la paz y no el desorden. Como en todas las Iglesias de los santos,

(C.I.C 795) Cristo y la Iglesia son, por tanto, el "Cristo total" [Christus totus]. La Iglesia es una con Cristo. Los santos tienen conciencia muy viva de esta unidad: “Felicitémonos y demos gracias por lo que hemos llegado a ser, no solamente cristianos sino el propio Cristo. ¿Comprendéis, hermanos, la gracia que Dios nos ha hecho al darnos a Cristo como Cabeza? Admiraos y regocijaos, hemos sido hechos Cristo. En efecto, ya que Él es la Cabeza y nosotros somos los miembros, el hombre todo entero es Él y nosotros [...] La plenitud de Cristo es, pues, la Cabeza y los miembros: ¿Qué quiere decir la Cabeza y los miembros? Cristo y la Iglesia (San Agustín, In Iohannis Evangelium tractatus, 21, 8: PL 35, 1568). Redemptor noster unam se personam cum sancta Ecclesia, quam assumpsit, exhibuit ("Nuestro Redentor muestra que forma una sola persona con la Iglesia que Él asumió") (San Gregorio Magno, Moralia in Job, Praefatio, 6, 14: PL 75, 525). Caput et membra, quasi una persona mystica ("La Cabeza y los miembros, como si fueran una sola persona mística") (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 3, 48, 2, ad 1). Una palabra de Santa Juana de Arco a sus jueces resume la fe de los santos doctores y expresa el buen sentido del creyente: "De Jesucristo y de la Iglesia, me parece que es todo uno y que no es necesario hacer una dificultad de ello" (Santa Juana de Arco, Dictum: Procès de condamnation).

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