miércoles, 25 de noviembre de 2009

1Co 16, 15-18 Consagrarse al servicio de los hermanos

(1Co 16, 15-18) Consagrarse al servicio de los hermanos

[15] Una recomendación más, hermanos. Ustedes saben que Estéfanas y su familia –los primeros que abrazaron la fe en Acaya– han decidido consagrarse al servicio de los hermanos. [16] Por eso, les ruego que ustedes, a su vez, sean solícitos con ellos, y no sólo con ellos, sino con todos los que colaboran en sus trabajos y esfuerzos. [17] Yo me alegré con la visita de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico. Ellos llenaron el vacío que ustedes habían dejado, [18] y han tranquilizado mi espíritu y el de ustedes. Sepan apreciarlos como corresponde.

(C.I.C 896) El Buen Pastor será el modelo y la "forma" de la misión pastoral del obispo. Consciente de sus propias debilidades, el obispo "puede disculpar a los ignorantes y extraviados. No debe negarse nunca a escuchar a sus súbditos, a a los que cuida como verdaderos hijos [...] Los fieles, por su parte, deben estar unidos a su obispo como la Iglesia a Cristo y como Jesucristo al Padre" (Lumen gentium, 27): “Obedeced todos al obispo como Jesucristo a su Padre, y al presbiterio como a los apóstoles; en cuanto a los diáconos, respetadlos como a la ley de Dios. Que nadie haga al margen del obispo nada en lo que atañe a la Iglesia (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Smyrnaeos 8, 1). (C.I.C 901) "Los laicos, consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo (cf. 1P 2, 5), que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana, consagran el mundo mismo a Dios" (Lumen gentium, 34; 10).

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