martes, 10 de noviembre de 2009

1Co 15, 15-19 Seríamos falsos testigos de Dios

(1Co 15, 15-19) Seríamos falsos testigos de Dios

[15] Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos no resucitan. [16] Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. [17] Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. [18] En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre. [19] Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima.

(C.I.C 996) Desde el principio, la fe cristiana en la resurrección ha encontrado incomprensiones y oposiciones (cf. Hch 17, 32; 1 Co 15, 12-13). "En ningún punto la fe cristiana encue ntra más contradicción que en la resurrección de la carne" (San Agustín, Enarratio in Psalmum 88, 2, 5: PL 37,1134). Se acepta muy comúnmente que, después de la muerte, la vida de la persona humana continúa de una forma espiritual. Pero ¿cómo creer que este cuerpo tan manifiestamente mortal pueda resucitar a la vida eterna? (C.I.C 989) Creemos firmemente, y así lo esperamos, que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que El los resucitará en el último día (cf. Jn 6, 39-40). Como la suya, nuestra resurrección será obra de la Santísima Trinidad: “Si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquél que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros” (Rm 8, 11; cf. 1Ts 4, 14; 1Co 6, 14; 2Co 4, 14; Flp 3, 10-11). (C.I.C 988) El Credo cristiano –profesión de nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en su acción creadora, salvadora y santificadora– culmina en la proclamación de la resurrección de los muertos al fin de los tiempos, y en la vida eterna.

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