sábado, 14 de noviembre de 2009
1Co 15, 29-34 No se dejen engañar
(1Co 15, 29-34) No se dejen engañar
[29] Si no fuera así, ¿de qué sirve bautizarse por los que han muerto? Si los muertos no resucitan, ¿qué sentido tiene bautizarse por ellos? [30] Y nosotros mismos, ¿por qué nos exponemos a cada instante al peligro? [31] Cada día yo me enfrento con la muerte, y esto es tan cierto, hermanos, como que ustedes son mi orgullo en Cristo Jesús, nuestro Señor. [32] ¿Y qué he ganado, si solamente por motivos humanos, yo tuve que luchar con las fieras en Éfeso? Si los muertos no resucitan, «comamos y bebamos, porque mañana moriremos». [33] No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres». [34] Vuelvan a comportarse como es debido y no pequen más, porque hay algunos entre ustedes que todavía no saben nada de Dios: lo digo para vergüenza de ustedes.
(C.I.C 628) El Bautismo, cuyo signo original y pleno es la inmersión, significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una nueva vida: "Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Rm 6,4; cf. Col 2, 12; Ef 5, 26). (C.I.C 629) Jesús gustó la muerte para bien de todos (cf. Hb 2, 9). Es verdaderamente el Hijo de Dios hecho hombre que murió y fue sepultado. (C.I.C 630) Durante el tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro su Persona divina continuó asumiendo tanto su alma como su cuerpo, separados sin embargo entre sí por causa de la muerte. Por eso el cuerpo muerto de Cristo "no conoció la corrupción" (Hch 13, 37).
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