martes, 29 de septiembre de 2009

1Co 9, 1-2 Son el sello de mi apostolado en el Señor

1Corintios 9

(1Co 9, 1-2) Son el sello de mi apostolado en el Señor

[1] ¿Acaso yo no soy libre? ¿No soy Apóstol? ¿No he visto a Jesús, nuestro Señor? ¿No son ustedes mi obra en el Señor? [2] Si para otros yo no soy Apóstol, lo soy al menos para ustedes, porque ustedes son el sello de mi apostolado en el Señor.

(C.I.C 869) La Iglesia es apostólica: Está edificada sobre sólidos cimientos: "los doce apóstoles del Cordero" (Ap 21, 14); es indestructible (cf. Mt 16, 18); se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los obispos. (C.I.C 859) Jesús los asocia a su misión recibida del Padre: como "el Hijo no puede hacer nada por su cuenta" (Jn 5, 19.30), sino que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, así, aquellos a quienes Jesús envía no pueden hacer nada sin Él (cf. Jn 15, 5) de quien reciben el encargo de la misión y el poder para cumplirla. Los apóstoles de Cristo saben por tanto que están calificados por Dios como "ministros de una nueva alianza" (2Co 3, 6), "ministros de Dios" (2Co 6, 4), "embajadores de Cristo" (2Co 5, 20), "servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios" (1Co 4, 1). (C.I.C 861) "Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, [los Apostoles] encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio" (Lumen gentium, 20; cf. San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios, 42, 4; 44, 2).

No hay comentarios: