sábado, 19 de septiembre de 2009

1Co 7, 30-31 La apariencia de este mundo es pasajera

(1Co 7, 30-31) La apariencia de este mundo es pasajera

[30] los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; [31] los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.

(C.I.C 2348) Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha ‘revestido de Cristo’ (Ga 3, 27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad. (C.I.C 2349) La castidad ‘debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o celibes’ (Persona humana, 11). Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia. “Se nons enseña que existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusión de las otras. […] En esto la disciplina de la Iglesia es rica” (San Ambrosio, De viduis 23: PL 16, 241-242).

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