miércoles, 9 de septiembre de 2009

1Co 7, 1-3 Cada hombre tenga su propia esposa

1Corintios 7

(1Co 7, 1-3) Cada hombre tenga su propia esposa

[1] Ahora responderé a lo que ustedes me han preguntado por escrito: Es bueno para el hombre abstenerse de la mujer. [2] Sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre tenga su propia esposa, y cada mujer, su propio marido. [3] Que el marido cumpla los deberes conyugales con su esposa; de la misma manera, la esposa con su marido.

(C.I.C 1601) "La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados" (CIC canon 1055, 1). (C.I.C 1602) La Sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer a imagen y semejanza de Dios (Cf. Gn 1,26- 27) y se cierra con la visión de las "bodas del Cordero" (Ap 19,7. 9). De un extremo a otro la Escritura habla del matrimonio y de su "misterio", de su institución y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia de la salvación, de sus dificultades nacidas del pecado y de su renovación "en el Señor" (1Co 7,39) todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,31-32).

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