lunes, 25 de junio de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 329.
(Respuesta YouCat) La justicia social se
construye allí donde se respeta la dignidad inviolable de cada ser humano y se
garantizan y ponen en práctica los derechos que se derivan de
ella, sin ninguna restricción. A ellos pertenece también el derecho a la
participación activa en la vida política, económica y cultural de la sociedad.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1828) “La
práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad
espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en
el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo
que responde al amor del ‘que nos amó primero’ (1Jn 4,19): “O nos apartamos del
mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos
el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente
obedecemos por el bien mismo del amor del que manda [...] y entonces estamos en
la disposición de hijos” (San Basilio Magno, Regulae fusius
tractatae prol. 3: PG 31, 896).
Para meditar
(Comentario YouCat) La base de
toda justicia es el respeto de la dignidad inviolable del hombre que «nos ha
sido confiada por el Creador, y de la que son rigurosa y responsablemente
deudores los hombres y mujeres en cada coyuntura de la historia» (beato Juan
Pablo II , Sollicitudo Rei Socialis, de 1987). De la dignidad humana se derivan
directamente derechos humanos que no puede abolir o cambiar ningún Estado. Los
Estados y las autoridades que pisotean estos derechos son regímenes injustos y
pierden su autoridad. Pero una sociedad no se perfecciona mediante leyes, sino
mediante el amor al prójimo, que, «sin ninguna excepción, debe considerar al
prójimo como 'otro yo'» (GS27,1).
(Comentario CIC) (C.I.C 1843) Por
la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida
eterna y las gracias para merecerla. (C.I.C 1844)
Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a
nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14)
y la forma de todas las virtudes.
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