jueves, 23 de febrero de 2017

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 122.



YOUCAT Pregunta n. 122. – Parte VIII. ¿Para qué quiere Dios la Iglesia?


(Respuesta YouCat – repeticion) Dios quiere la Iglesia porque no nos quiere salvar individualmente, sino juntos. Quiere convertir a toda la humanidad en su pueblo.       

Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 771a) "Cristo, el único Mediador, estableció en este mundo su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y amor, como un organismo visible. La mantiene aún sin cesar para comunicar por medio de ella a todos la verdad y la gracia". La Iglesia es a la vez: – "sociedad […] dotada de órganos jerárquicos y el Cuerpo Místico de Cristo; – el grupo visible y la comunidad espiritual, – la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes del cielo". Estas dimensiones juntas constituyen "una realidad compleja, en la que están unidos el elemento divino y el humano" (Lumen gentium, 8):   

Para meditar   

(Comentario YouCat) Nadie alcanza el cielo de forma asocial. Quien sólo se preocupa de sí mismo y de la salvación de su alma, vive de forma asocial. Esto es imposible, tanto en el cielo como en la tierra. El mismo Dios no es asocial; no es un ser solitario, que se baste a sí mismo. El Dios trinitario es en sí «social», una comunión, un eterno intercambio de amor. Según el modelo de Dios, el hombre está hecho para la relación, el intercambio, el compartir y el amor. Somos responsables unos de otros.  

(Comentario CIC) (C.I.C 771b) Es propio de la Iglesia "ser a la vez humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina. De modo que en ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos" (Sacrosanctum Concilium, 2). “¡Qué humildad y qué sublimidad! Es la tienda de Cadar y el santuario de Dios; una tienda terrena y un palacio celestial; una casa modestísima y una aula regia; un cuerpo mortal y un templo luminoso; la despreciada por los soberbios y la esposa de Cristo. Tiene la tez morena pero es hermosa, hijas de Jerusalén. El trabajo y el dolor del prolongado exilio la han deslucido, pero también la embellece su forma celestial” (San Bernardo de Claraval, In Canticum sermo 27, 7, 14).   

(Continua la Pregunta: ¿Para qué quiere Dios la Iglesia?)  

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