domingo, 1 de enero de 2012

Ap 3, 1-6 Tu conducta no es perfecta delante de mi Dios

Apocalipsis 3

(Ap 3, 1-6) Tu conducta no es perfecta delante de mi Dios

[1] Escribe al Ángel de la Iglesia de Sardes: «El que posee los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, afirma: “Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en realidad estás muerto. [2] Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios. [3] Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé. [4] Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido. [5] El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus Ángeles”. [6] El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias».

(C.I.C 1709) “El que cree en Cristo es hecho hijo de Dios. Esta adopción filial lo transforma dándole la posibilidad de seguir el ejemplo de Cristo. Le hace capaz de obrar rectamente y de practicar el bien. En la unión con su Salvador, el discípulo alcanza la perfección de la caridad, la santidad. La vida moral, madurada en la gracia, culmina en vida eterna, en la gloria del cielo. (C.I.C 825) "La Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta" (Lumen gentium, 48). En sus miembros, la santidad perfecta está todavía por alcanzar: "Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre" (Lumen gentium, 11). (C.I.C 2013) ‘Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad’ (Lumen gentium, 40). Todos son llamados a la santidad: ‘Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto’ (Mt 5, 48): “Para alcanzar esta perfección, los creyentes han de emplear sus fuerzas, según la medida del don de Cristo […] para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos” (Lumen gentium, 40). (C.I.C 2028) ‘Todos los fieles [...] son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad’ (Lumen gentium, 40). ‘La perfección cristiana sólo tiene un límite: el de no tener límite’ (San Gregorio de Nisa, De vita Moysis, 1, 5:PG 44, 300).

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