martes, 17 de enero de 2012

Ap 8, 1-7 Siete Ángeles que están delante de Dios

Apocalipsis 8

(Ap 8, 1-7) Siete Ángeles que están delante de Dios

[1] Y cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se produjo en el cielo un silencio, que duró alrededor de media hora. [2] En seguida, vi a los siete Ángeles que están delante de Dios, y ellos recibieron siete trompetas. [3] Y vino otro Ángel que se ubicó junto al altar con un incensario de oro y recibió una gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oración de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono. [4] Y el humo de los perfumes, junto con las oraciones de los santos, subió desde la mano del Ángel hasta la presencia de Dios. [5] Después el Ángel tomó el incensario, lo llenó con el fuego del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos, gritos, relámpagos y un temblor de tierra. [6] Y los siete Ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas. [7] Cuando el primer Ángel tocó la trompeta, cayó sobre la tierra granizo y fuego mezclado con sangre: la tercera parte de la tierra fue consumida, junto con la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.

(C.I.C 325) El Símbolo de los Apóstoles profesa que Dios es "el Creador del cielo y de la tierra" (DS 30), y el Símbolo Niceno-Constantinopolitano explicita: "...de todo lo visible y lo invisible" (DS 150). (C.I.C 326) En la Sagrada Escritura, la expresión "cielo y tierra" significa: todo lo que existe, la creación entera. Indica también el vínculo que, en el interior de la creación, a la vez une y distingue cielo y tierra: "La tierra", es el mundo de los hombres (cf. Sal 115, 16). "E1 cielo" o "los cielos" puede designar el firmamento (cf. Sal 19, 2), pero también el "lugar" propio de Dios: "nuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 16; cf. Sal 115, 16), y por consiguiente también el "cielo", que es la gloria escatológica. Finalmente, la palabra "cielo" indica el "lugar" de las criaturas espirituales -los ángeles - que rodean a Dios. (C.I.C 327) La profesión de fe del IV Concilio de Letrán afirma que Dios, "al comienzo del tiempo, creó a la vez de la nada una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana; luego, la criatura humana, que participa de las dos realidades, pues está compuesta de espíritu y de cuerpo" (DS 800; cf. DS 3002 y Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8).

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