sábado, 31 de diciembre de 2011

Ap 2, 24-29 Le daré autoridad sobre las naciones

(Ap 2, 24-29) Le daré autoridad sobre las naciones

[24] En cuanto a ustedes, los demás de Tiatira, los que no comparten esta doctrina ni conocen ‘los secretos de Satanás’ –como dicen ellos– no les impondré nada nuevo, [25] excepto que conserven firmemente lo que ya poseen, hasta que yo vuelva. [26] Al vencedor, al que permanezca fiel hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones. [27] Él las regirá con un cetro de hierro y las destrozará como a un vaso de arcilla, [28] con el mismo poder que yo recibí del Padre; y también le daré la Estrella de la mañana”. [29] El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias».

(C.I.C 1896) Donde el pecado pervierte el clima social es preciso apelar a la conversión de los corazones y a la gracia de Dios. La caridad empuja a reformas justas. No hay solución a la cuestión social fuera del Evangelio (Centesimus annus, 5). (C.I.C 1884) Dios no ha querido retener para Él solo el ejercicio de todos los poderes. Entrega a cada criatura las funciones que es capaz de ejercer, según las capacidades de su naturaleza. Este modo de gobierno debe ser imitado en la vida social. El comportamiento de Dios en el gobierno del mundo, que manifiesta tanto respeto a la libertad humana, debe inspirar la sabiduría de los que gobiernan las comunidades humanas. Estos deben comportarse como ministros de la providencia divina. (C.I.C 1890) Existe una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la fraternidad que los hombres deben instaurar entre sí. (C.I.C 1891) Para desarrollarse en conformidad con su naturaleza, la persona humana necesita la vida social. Ciertas sociedades como la familia y la ciudad, corresponden más inmediatamente a la naturaleza del hombre. (C.I.C 1892) “El principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana” (Gaudium et spes, 25). (C.I.C 1881) Cada comunidad se define por su fin y obedece en consecuencia a reglas específicas, pero ‘el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana’ (Gaudium et spes, 25). (C.I.C 1893) Es preciso promover una amplia participación en asociaciones e instituciones de libre iniciativa. (C.I.C 1894) Según el principio de subsidiariedad, ni el Estado ni ninguna sociedad más amplia deben suplantar la iniciativa y la responsabilidad de las personas y de las corporaciones intermedias. (C.I.C 1895) La sociedad debe favorecer el ejercicio de las virtudes, no ser obstáculo para ellas. Debe inspirarse en una justa jerarquía de valores.

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