lunes, 3 de octubre de 2011

2Pd 2, 2 Muchos imitarán su desenfreno

(2Pd 2, 2) Muchos imitarán su desenfreno

[2] Muchos imitarán su desenfreno, y por causa de ellos, el camino de la verdad será objeto de blasfemias.

(C.I.C 2105) El deber de rendir a Dios un culto auténtico corresponde al hombre individual y socialmente considerado. Esa es ‘la doctrina tradicional católica sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religión verdadera y a la única Iglesia de Cristo’ (Dignitatis humanae, 1). Al evangelizar sin cesar a los hombres, la Iglesia trabaja para que puedan ‘informar con el espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en la que cada uno vive’ (Apostolicam actuositatem, 13). Deber social de los cristianos es respetar y suscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a conocer el culto de la única verdadera religión, que subsiste en la Iglesia católica y apostólica (Cf. Dignitatis humanae, 1). Los cristianos son llamados a ser la luz del mundo (Cf. Apostolicam actuositatem, 13). La Iglesia manifiesta así la realeza de Cristo sobre toda la creación y, en particular, sobre las sociedades humanas (Cf. León XIII, Inmortale Dei; Pío XI, Quas primas). (C.I.C 2106) ‘En materia religiosa, ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella, pública o privadamente, solo o asociado con otros, dentro de los debidos límites’ (Dignitatis humanae, 2; Gaudium et spes, 26). Este derecho se funda en la naturaleza misma de la persona humana, cuya dignidad le hace adherirse libremente a la verdad divina, que trasciende el orden temporal. Por eso, ‘permanece aún en aquellos que no cumplen la obligación de buscar la verdad y adherirse a ella’ (Dignitatis humanae, 2).

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