(1Jn 3, 4) El pecado es la iniquidad
[4] El que comete el pecado comete también la iniquidad, porque el pecado es la iniquidad.
El comentario sobre el “Catecismo Juvenil” (Youcat) es completo y se finalizan todos los comentarios anteriores sobre los textos fundamentales de la fe cristiana publicados en todos los años anteriores, a partir del año 2006. Todos los post y "Comentarios" de este blog pueden siempre ser visitatod y descargados con libertad.
[4] El que comete el pecado comete también la iniquidad, porque el pecado es la iniquidad.
[3] El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro.
(C.I.C 2771) En la Eucaristía, la Oración del Señor manifiesta también el carácter escatológico de sus peticiones. Es la oración propia de los "últimos tiempos", tiempos de salvación que han comenzado con la efusión del Espíritu Santo y que terminarán con la Vuelta del Señor. Las peticiones al Padre, a diferencia de las oraciones de la Antigua Alianza, se apoyan en el misterio de salvación ya realizado, de una vez por todas, en Cristo crucificado y resucitado. (C.I.C 2772) De esta fe inquebrantable brota la esperanza que suscita cada una de las siete peticiones. Estas expresan los gemidos del tiempo presente, este tiempo de paciencia y de espera durante el cual "aún no se ha manifestado lo que seremos" (1Jn 3, 2; cf. Col 3, 4). La Eucaristía y el Padre Nuestro están orientados hacia la venida del Señor, "¡hasta que venga!" (1Co 11, 26).
[2] Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
[1] ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él.
[27] Pero la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Y ya que esa unción los instruye en todo, y ella es verdadera y no miente, permanezcan en él, como ella les ha enseñado. [28] Sí, permanezcan en él, hijos míos, para que cuando él se manifieste, tengamos plena confianza, y no sintamos vergüenza ante él en el Día de su Venida. [29] Si ustedes saben que él es justo, sepan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.
[24] En cuanto a ustedes, permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio: de esa manera, permanecerán también en el Hijo y en el Padre. [25] La promesa que él nos hizo es esta: la Vida eterna. [26] Esto es lo que quería escribirles acerca de los que intentan engañarlos.
[21] Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la verdad. [22] ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo. [23] El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre.
[20] Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el verdadero conocimiento.
[18] Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría un Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora. [19] Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros.
[15] No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. [16] Porque todo lo que hay en el mundo –los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la riqueza– no viene del Padre, sino del mundo. [17] Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.
[12] Hijos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús. [13] Padres, les escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno. [14] Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno.
[9] El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas. [10] El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar. [11] Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido.
(C.I.C 2303) El odio voluntario es contrario a la caridad. El odio al prójimo es pecado cuando se le desea deliberadamente un mal. El odio al prójimo es un pecado grave cuando se le desea deliberadamente un daño grave. ‘Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial...’ (Mt 5, 44-45). (C.I.C 2862) La quinta petición implora para nuestras ofensas la misericordia de Dios, la cual no puede penetrar en nuestro corazón si no hemos sabido perdonar a nuestros enemigos, a ejemplo y con la ayuda de Cristo.[7] Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el que aprendieron desde el principio: este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron. [8] Sin embargo, el mandamiento que les doy es nuevo. Y esto es verdad tanto en él como en ustedes, porque se disipan las tinieblas y ya brilla la verdadera luz.
(C.I.C 1823) Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (Cf. Jn 13, 34). Amando a los suyos ‘hasta el fin’ (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: ‘Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor’ (Jn 15, 9). Y también: ‘Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado’ (Jn 15, 12). (C.I.C 1824) “Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: ‘Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor’ (Jn 15, 9-10; Cf. Mt 22, 40; Rm 13, 8-10).
[3] La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos. [4] El que dice: «Yo lo conozco», y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. [5] Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él. [6] El que dice que permanece en él, debe proceder como él.
[2] Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
[1] Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo.
(C.I.C 519) Toda la riqueza de Cristo "es para todo hombre y constituye el bien de cada uno" (Redemptos hominis, 11). Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros, desde su Encarnación "por nosotros los hombres y por nuestra salvación" (Simbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150) hasta su muerte "por nuestros pecados" (1Co 15, 3) y en su Resurrección para nuestra justificación (Rom 4,25). Todavía ahora, es "nuestro abogado cerca del Padre" (1Jn 2, 1), "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7, 25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9, 24). (C.I.C 2634) La intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular (cf. Rm 8, 34; 1Jn 2, 1; 1Tm 2. 5-8). Es capaz de "salvar perfectamente a los que por Él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor" (Hb 7, 25). El propio Espíritu Santo "intercede por nosotros […] y su intercesión a favor de los santos es según Dios" (Rm 8, 26-27).
[8] Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. [9] Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad. [10] Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
[5] La noticia que hemos oído de él y que nosotros les anunciamos, es esta: Dios es luz, y en él no hay tinieblas. [6] Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad. [7] Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
[1] Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos. [2] Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado. [3] Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. [4] Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.
(C.I.C 425) La transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para llevar a la fe en Él. Desde el principio, los primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: "No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hch 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegría de su comunión con Cristo: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida -pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó-, lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo” (1Jn 1, 1-4). 425 (C.I.C 2781) Cuando oramos al Padre estamos en comunión con Él y con su Hijo, Jesucristo (cf. 1Jn 1, 3). Entonces le conocemos y lo reconocemos con admiración siempre nueva. La primera palabra de la Oración del Señor es una bendición de adoración, antes de ser una imploración. Porque la Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como "Padre", Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por habernos concedido creer en Él y por haber sido habitados por su presencia.
[17] Hermanos míos, ustedes están prevenidos. Manténganse en guardia, no sea que, arrastrados por el extravío de los que hacen el mal, pierdan su firmeza. [18] Crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria, ahora y en la eternidad!
(C.I.C 426) "En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre […]; que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros [...] Catequizar es [...] descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios [...]. Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por Él mismo" (Catechesi tradendae, 5). El fin de la catequesis: "conducir a la comunión con Jesucristo […]; sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad" (Ibid.). (C.I.C 427) "En la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca [...] Todo catequista debería poder aplicarse a sí mismo la misteriosa palabra de Jesús: 'Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado' (Jn 7, 16)" (Catechesi tradendae, 6). (C.I.C 428) El que está llamado a "enseñar a Cristo" debe por tanto, ante todo, buscar esta "ganancia sublime que es el conocimiento de Cristo"; es necesario "aceptar perder todas las cosas para ganar a Cristo, y ser hallado en Él " y "conocerle a Él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a Él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos" (Flp 3, 8-11). (C.I.C 429) De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de "evangelizar", y de llevar a otros al "sí" de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden del Símbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales títulos de Jesús: Cristo, Hijo de Dios, Señor (artículo 2). El Símbolo confiesa a continuación los principales misterios de la vida de Cristo: los de su encarnación (artículo 3), los de su Pascua (artículos 4 y 5), y, por último, los de su glorificación (artículos 6 y 7).
Comentario del CIC al “YouCat” el “Catesismo para jóvenes”
Anteriormente en éste blog, publicamos algunos comentarios a numerosos textos bíblicos y del Magisterio de la Iglesia, utilizando las autoritarias y luminosas expresiones del “Catecismo de la Iglesia Católica” (CIC). Dichos comentarios son muy valorados y apreciados por el pueblo de Dios en las diferentes partes del mundo. Por tal motivo, además de italiano, las hemos publicado también en inglés y ahora las publicamos en español, dos de las lenguas mas habladas en la Iglesia católica. En estos últimos años las diósesis de lengua alemán también han publicado un “Catecismo para jóvenes”, llamado también “YouCat” (Youth Catechism). Su lenguaje actual y simpatico atrae a los jovenes de espíritu de cualquier edad. Muchos lectores, sin embargo, sienten el deseo y la exigencia de un comentario hecho con el texto del “Catecismo de la Iglesia Católica”. Respondiendo a tales exigencias, publicamos en este blog un “Comentario del CIC al YouCat” en el que seguiremos en modo gradual y con métodos comprobados tales “Comentarios”: en italiano, inglese y español. Completaremos las sintéticas y gratas respuestas de YouCat con las mas amplias, profondas y enriquesedoras proposiciones del “Catesismo de la Iglesia Catolica” (CIC). La Iglesia Católica, con su autoridad oficiale para enseñar es indispensable para confirmar, explicar, profundizar y completar cualquier texto, incluyendo YouCat. En éste nuevo “Comentario del Catecismo de la Iglesia Católica”, el lector encontrará adicionalmente todo lo necesario para profundizar los válidos contenidos de YouCat. Esto permitirá a todos los visitantes y lectores, dos grandes beneficios espirituales: 1) aumentar la solidez de sus convicciones y la actualidad y profundidad de sus conocimientos de fe; 2) poner en acto aquella llamada de Dios: “... glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen. Pero háganlo con suavidad y respeto, y con tranquilidad de conciencia...” (1Pd 3, 15-16). El Señor les conceda todo esto y deseamos que sea entusiasta y provechosa la lectura y meditación de éste “Comentario del Catecismo de la Iglesia Católica al Catecismo YouCat para jovenes”.
P. Gualberto Gismondi ofmEstimados lectores y visitadores,
Con esto post se completa el comentario sobre el “Catecismo Juvenil” (Youcat) y finalizan todos los comentarios anteriores sobre los textos fundamentales de la fe cristiana publicados en todos los años anteriores, a partir del año 2006. Todos los post y "Comentarios" de este blog pueden siempre ser visitatod y descargados con libertad.
Ellos están en el siguiente orden:
Comentario sobre el "Catecismo de la Iglesia Católica" en el Nuevo Testamento;
Comentario sobre el "Catecismo de la Iglesia Católica" en páginas seleccionadas del Antiguo Testamento;
Comentario sobre el "Catecismo de la Iglesia Católica" en el "Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica";
Comentario sobre el "Catecismo de la Iglesia Católica" en el "Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia", la encíclica "Caritas in Veritate" y los Evangelios ";
Comentario sobre el "Catecismo de la Iglesia Católica" a la Constitución "Gaudium et Spes" del Concilio Vaticano II;
Comentario sobre el "Catecismo de la Iglesia Católica" a la Constitución "Lumen Gentium" del Concilio Vaticano II;
Comentario sobre el "Catecismo de la Iglesia Católica" a la Constitución "Dei Verbum" del Concilio Vaticano II.
Comentario sobre el "Catecismo de la Iglesia Católica" a "Spanish Youcat" (Catecismo de Jóvenes para aprender y vivir la fe de la Iglesia).
Comentario sobre el “Catecismo Juvenil” (Youcat).
Buena lectura.
Gualberto Gismondi ofm.