miércoles, 31 de agosto de 2011

1Pd 4, 1-5 Vivir según la voluntad de Dios

1Pedro 4

(1Pd 4, 1-5) Vivir según la voluntad de Dios

[1] Y ya que Cristo sufrió en su carne, compenétrense también ustedes de esta convicción: el que ha sufrido en la carne ha roto con el pecado. Porque el que sufre en la carne está libre del pecado, [2] para vivir el resto de su vida mortal, no según los deseos humanos, sino según la voluntad de Dios. [3] Ya han vivido bastante tiempo conforme al criterio de los paganos, entregándose a toda clase de desenfrenos, a los malos deseos, a las borracheras, a los excesos en la comida, a las orgías y al culto ilícito de los ídolos. [4] Ahora los paganos se extrañan de que ustedes no se precipiten con ellos hacia ese desborde de libertinaje, y se deshacen en injurias contra ustedes. [5] De esto, tendrán que rendir cuenta a aquel que juzgará a los vivos y a los muertos.

(C.I.C 2392) ‘El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano’ (Familiaris consortio, 11). (C.I.C 2393) Al crear al ser humano hombre y mujer, Dios confiere la dignidad personal de manera idéntica a uno y a otra. A cada uno, hombre y mujer, corresponde reconocer y aceptar su identidad sexual. (C.I.C 2394) Cristo es el modelo de la castidad. Todo bautizado es llamado a llevar una vida casta, cada uno según su estado de vida. (C.I.C 2395) La castidad significa la integración de la sexualidad en la persona. Entraña el aprendizaje del dominio personal. (C.I.C 2396) Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales. (C.I.C 2397) La alianza que los esposos contraen libremente implica un amor fiel. Les confiere la obligación de guardar indisoluble su matrimonio. (C.I.C 2398) La fecundidad es un bien, un don, un fin del matrimonio. Dando la vida, los esposos participan de la paternidad de Dios. (C.I.C 2399) La regulación de la natalidad representa uno de los aspectos de la paternidad y la maternidad responsables. La legitimidad de las intenciones de los esposos no justifica el recurso a medios moralmente reprobables (p.e., la esterilización directa o la anticoncepción). (C.I.C 2400) El adulterio y el divorcio, la poligamia y la unión libre son ofensas graves a la dignidad del matrimonio. (C.I.C 902) De manera particular, los padres participan de la misión de santificación "impregnando de espíritu cristiano la vida conyugal y procurando la educación cristiana de los hijos" (CIC canon 835, § 4).

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