martes, 30 de agosto de 2011

1Pd 3, 20-22 Una conciencia pura por la resurrección

(1Pd 3, 20-22) Una conciencia pura por la resurrección

[20] a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos –ocho en total– se salvaron a través del agua. [21] Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, [22] que está a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.

(C.I.C 1219) La Iglesia ha visto en el Arca de Noé una prefiguración de la salvación por el bautismo. En efecto, por medio de ella "unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvados a través del agua" (1P 3,20): “¡Oh Dios!, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad” (Vigilia Pascual, bendición del agua: Misal Romano). (C.I.C 845) El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reunir de nuevo a todos sus hijos que el pecado había dispersado y extraviado. La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvación. Ella es el “mundo reconciliado" (San Agustín, Sermo 96, 7, 9: PL 38, 588). Es, además, este barco que pleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc bene navigat mundo ("con su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por el Espíritu Santo, navega bien en este mundo"; San Ambrosio, De virginitate 18, 119: PL 16, 297); según otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, está prefigurada por el Arca de Noé que es la única que salva del diluvio (cf. ya en 1P 3, 20-21).

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