miércoles, 17 de agosto de 2011

1Pd 2, 19-23 Es una gracia soportar las penas

(1Pd 2, 19-23) Es una gracia soportar las penas

[19] Porque es una gracia soportar, con el pensamiento puesto en Dios, las penas que se sufren injustamente. [20] En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios. [21] A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas. [22] Él no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. [23] Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente.

(C.I.C 618) La Cruz es el único sacrificio de Cristo "único mediador entre Dios y los hombres" (1Tm 2, 5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, "se ha unido en cierto modo con todo hombre" (Gaudium et spes, 22), Él "ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual" (Gaudium et spes, 22). El llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" (Mt 16, 24) porque El "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas" (1P 2, 21). El quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35): “Esta es la única verdadera escala del paraíso, fuera de la Cruz no hay otra por donde subir al cielo.” (Santa Rosa de Lima: P. Hansen, Vita mirabilis […] venerabilis sororis Rosae de Sancta Maria Limensis (Roma 1664) p. 137).

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