lunes, 16 de mayo de 2011

Hb 12, 1 Innumerables son estos testigos

Hebreos 12

(Hb 12, 1) Innumerables son estos testigos

[1] Innumerables son estos testigos que nos envuelven como una nube. Depongamos, pues, toda carga inútil, y en especial las amarras del pecado, para correr hasta el final la prueba que nos espera,

(C.I.C 2683) Los testigos que nos han precedido en el Reino (cf. Hb 12, 1), especialmente los que la Iglesia reconoce como "santos", participan en la tradición viva de la oración, por el testimonio de su vida, por la transmisión de sus escritos y por su oración hoy. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. Al entrar "en la alegría" de su Señor, han sido "constituidos sobre lo mucho" (cf. Mt 25, 21). Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero. (C.I.C 2684) En la comunión de los santos, se han desarrollado diversas espiritualidades a lo largo de la historia de la Iglesia. El carisma personal de un testigo del amor de Dios hacia los hombres, puede transmitirse a fin de que sus discípulos participen de ese espíritu (cf. 2R 2, 9) como aconteció con el "espíritu" de Elías a Eliseo (cf. Lc 1, 17) y a Juan Bautista (cf. Perfectae caritatis, 2). En la confluencia de corrientes litúrgicas y teológicas se encuentra también una espiritualidad que muestra cómo el espíritu de oración incultura la fe en un ámbito humano y en su historia. Las diversas espiritualidades cristianas participan en la tradición viva de la oración y son guías indispensables para los fieles. En su rica diversidad, reflejan la pura y única Luz del Espíritu Santo. "El Espíritu es verdaderamente el lugar de los santos, y el santo es para el Espíritu un lugar propio, ya que se ofrece a habitar con Dios y es llamado templo suyo" (San Basilio, Liber de Spiritu Sancto, 26, 62: PG 32, 184).

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