jueves, 5 de mayo de 2011

Hb 11, 6 Sin la fe es imposible agradarle

(Hb 11, 6) Sin la fe es imposible agradarle

[6] pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se acerca a Dios si antes no cree que existe y que recompensa a los que lo buscan.

(C.I.C 848) "Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por Él, puede llevar a la fe, 'sin la que es imposible agradarle' (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar" (Ad gentes, 7). (C.I.C 842) El vínculo de la Iglesia con las religiones no cristianas es en primer lugar el del origen y el del fin comunes del género humano: “Todos los pueblos forman una única comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la entera faz de la tierra; tienen también un único fin último, Dios, cuya providencia, testimonio de bondad y designios de salvación se extienden a todos hasta que los elegidos se unan en la Ciudad Santa” (Nostra aetate, 1). (C.I.C 843) La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda "en sombras y bajo imágenes", del Dios desconocido pero próximo ya que es Él quien da a todos vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero, que puede encontrarse en las diversas religiones, "como una preparación al Evangelio y como un don de aquel que ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan la vida" (Lumen gentium, 16; cf. Nostra aetate, 2; Evangelii nuntiandi, 53). (C.I.C 841) Las relaciones de la Iglesia con los musulmanes. "El designio de salvación comprende también a los que reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo, los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y misericordioso que juzgará a los hombres al fin del mundo" (Lumen gentium, 16; cf. Nostra aetate, 3). (C.I.C 344) Existe una solidaridad entre todas las criaturas por el hecho de que todas tienen el mismo Creador, y que todas están ordenadas a su gloria: “Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano Sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor y lleva por los cielos noticia de su autor. Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor! Y por la hermana tierra que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor! Servidle con ternura y humilde corazón, agradeced sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén. (san Francisco de Asís, Cánticum Fratris Solis). (C.I.C 354) Respetar las leyes inscritas en la creación y las relaciones que derivan de la naturaleza de las cosas es un principio de sabiduría y un fundamento de la moral.

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