(Hb 11, 30-38) Por la fe vieron realizarse las promesas
[30] Por la fe cayeron los muros de Jericó después de dar la vuelta a su alrededor durante siete días. [31] Por su fe la prostituta Rahab dio buena acogida a los espías y escapó a la muerte de los incrédulos. [32] ¿Qué más diré? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, lo mismo que de Samuel y de los profetas. [33] Ellos, gracias a la fe, sometieron a otras naciones, impusieron la justicia, vieron realizarse promesas de Dios, cerraron bocas de leones, [34] apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sanaron de enfermedades, se mostraron valientes en la guerra y rechazaron a los invasores extranjeros. [35] Hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos; pero también hubo otros que, en vista de una resurrección mejor, no buscaron salvarse a cualquier precio de la tortura. [36] Otros sufrieron la prueba de las cadenas y de la cárcel. [37] Fueron apedreados, torturados, aserrados, murieron a espada, anduvieron errantes de una parte para otra, sin otro vestido que pieles de corderos y de cabras, faltos de todo, oprimidos, maltratados. [38] Esos hombres, de los cuales no era digno el mundo, tenían que vagar por los desiertos y las montañas y refugiarse en cuevas y escondites.
(C.I.C 60) El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la elección (cf. Rom 11,28), llamado a preparar la reunión un día de todos los hijos de Dios en la unidad de la Iglesia (cf. Jn 11,52; 10, 16); ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos hechos creyentes (cf. Rom 11,17-18. 24). (C.I.C 61) Los patriarcas, los profetas y otros personajes del Antiguo Testamento han sido y serán siempre venerados como santos en todas las tradiciones litúrgicas de la Iglesia. (C.I.C 64) Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres (cf. Is 2,2-4), y que será grabada en los corazones (cf. Jr 31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salvación que incluirá a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11). Serán sobre todo los pobres y los humildes del Señor (cf. So 2,3) quienes mantendrán esta esperanza. Las mujeres santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester conservaron viva la esperanza de la salvación de Israel. De ellas la figura más pura de esta esperanza es María (cf. Lc 1,38). (C.I.C 68) Por amor, Dios se ha revelado y se ha entregado al hombre. De este modo da una respuesta definitiva y sobreabundante a las cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y la finalidad de su vida. (C.I.C 69) Dios se ha revelado al hombre comunicándole gradualmente su propio Misterio mediante obras y palabras. (C.I.C 73) Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para siempre. El Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya otra Revelación después de Él.
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