sábado, 25 de diciembre de 2010

Tt 2, 8 La enseñanza correcta e inobjetable

(Tt 2, 8) La enseñanza correcta e inobjetable

[8] a la enseñanza correcta e inobjetable. De esa manera, el adversario quedará confundido, porque no tendrá nada que reprocharnos.

(C.I.C 1703) Dotada de un alma “espiritual e inmortal” (Gaudium et spes, 14), la persona humana es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (Gaudium et spes, 24). Desde su concepción está destinada a la bienaventuranza eterna.” (C.I.C 1704) La persona humana participa de la luz y la fuerza del Espíritu divino. Por la razón es capaz de comprender el orden de las cosas establecido por el Creador. Por su voluntad es capaz de dirigirse por sí misma a su bien verdadero. Encuentra su perfección en la búsqueda y el amor de la verdad y del bien (Cf. Gaudium et spes, 15). (C.I.C 1705) En virtud de su alma y de sus potencias espirituales de entendimiento y de voluntad, el hombre está dotado de libertad, “signo […] eminente de la imagen divina” (Gaudium et spes, 17). (C.I.C 1706) Mediante su razón, el hombre conoce la voz de Dios que le impulsa “a hacer […] el bien y a evitar el mal”( Gaudium et spes, 16). Todo hombre debe seguir esta ley que resuena en la conciencia y que se realiza en el amor de Dios y del prójimo. El ejercicio de la vida moral proclama la dignidad de la persona humana. (C.I.C 1714) El hombre, herido en su naturaleza por el pecado original, está sujeto al error e inclinado al mal en el ejercicio de su libertad. (C.I.C 1715) El que cree en Cristo tiene la vida nueva en el Espíritu Santo. La vida moral, desarrollada y madurada en la gracia, alcanza su plenitud en la gloria del cielo.

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