(2Tm 3, 16-17) Toda la Escritura está inspirada por Dios
[16] Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, [17] a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien.
(C.I.C 111) Pero, dado que la Sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta interpretación, no menos importante que el precedente, y sin el cual la Escritura sería letra muerta: "La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita" (Dei verbum, 12). El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Escritura conforme al Espíritu que la inspiró (cf. Dei verbum, 12): (C.I.C 112) 1. Prestar una gran atención "al contenido y a la unidad de toda la Escritura". En efecto, por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, abierto desde su Pascua (cf. Lc 24,25-27. 44-46). “Por el corazón (cf. Sal 22,15) de Cristo ese comprende la sagrada Escritura la quale hace conocer el corazón de Cristo. Este corazón estaba cerrado antes de la Pasión porque la Escritura era oscura. Pero la Escritura fue abierta después de la Pasión, porque los que en adelante tienen inteligencia de ella consideran y disciernen de qué manera deben ser interpretadas las profecías (Santo Tomás de Aquino, Expositio in Psalmos 21,11). (C.I.C 113) 2. Leer la Escritura en "la Tradición viva de toda la Iglesia". Según un adagio de los Padres, Sacra Scriptura pincipalius est in corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta ("La sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos") (San Hilario de Potiers, Liber ad Constantium Imperatorem 9: PL 10, 570; San Jerónimo, Comentarium in Epistulam ad Galatas 1,1 11-12: PL 26, 347). En efecto, la Iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de la Escritura ("...secundum spiritalem sensum quem Spiritus donat Ecclesiae": Orígenes, Homiliae in Leviticum, 5, 5: PG 12, 454). (C.I.C 114) 3. Estar atento "a la analogía de la fe" (cf. Rom 12,6). Por "analogía de la fe" entendemos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.
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