lunes, 17 de mayo de 2010

Flp 1, 3-6 Doy gracias a Dios cada vez que los recuerdo

(Flp 1, 3-6) Doy gracias a Dios cada vez que los recuerdo

[3] Yo doy gracias a Dios cada vez que los recuerdo. [4] Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, [5] pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora. [6] Estoy firmemente convencido de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús.

(C.I.C 2637) La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte más en lo que ella es. En efecto, en la obra de salvación, Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para su gloria. La acción de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza. (C.I.C 2636) Las primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de participación (cf. Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2Co 9, 14). El Apóstol Pablo les hace participar así en su ministerio del Evangelio (cf. Ef 6, 18-20; Col 4, 3-4; 1Ts 5, 25); él intercede también por las comunidades (cf. 2Ts 1, 11; Col 1, 3; Flp 1, 3-4). La intercesión de los cristianos no conoce fronteras: "por todos los hombres, por […] todos los constituídos en autoridad" (1Tm 2, 1), por los perseguidores (cf. Rm 12, 14), por la salvación de los que rechazan el Evangelio (cf. Rm 10, 1).

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