martes, 9 de marzo de 2010

Ga 5, 7-12 Mantenerse fieles a la verdad

(Ga 5, 7-12) Mantenerse fieles a la verdad

[7] ¡Ustedes andaban tan bien! ¿Quién les impidió mantenerse fieles a la verdad? [8] ¡No habrá sido a instancias de aquel que los llama! [9] «Un poco de levadura hace fermentar toda la masa». [10] Yo espero en el Señor que ustedes no cambiarán de parecer. En cuanto a aquel que los está perturbando, será castigado, sea quien sea. [11] Hermanos, si yo predicara todavía la circuncisión, no me perseguirían. ¡Pero entonces, habría terminado el escándalo de la cruz! [12] En cuanto a los agitadores, ojalá que llegaran hasta la mutilación total.

(C.I.C 162) La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a Timoteo: "Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" (1Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que nos la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe "actuar por la caridad" (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia. (C.I.C 1814) La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe ‘el hombre se entrega entera y libremente a Dios’ (Dei verbum, 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. ‘El justo […] vivirá por la fe’ (Rm 1, 17). La fe viva ‘actúa por la caridad’ (Ga 5, 6). (C.I.C 1815) El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella (Cf. Concilio de Trento: DS 1545). Pero, ‘la fe sin obras está muerta’ (St 2, 26): privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo.

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