lunes, 15 de febrero de 2010

Ga 3, 1-5 Fue presentada la imagen de Cristo crucificado

Gálatas 3

(Ga 3, 1-5) Fue presentada la imagen de Cristo crucificado

[1] Gálatas insensatos, ¿quién los ha seducido a ustedes, ante quienes fue presentada la imagen de Jesucristo crucificado? [2] Una sola cosa quiero saber: ¿ustedes recibieron el Espíritu por las obras de la Ley o por haber creído en la predicación? [3] ¿Han sido tan insensatos que llegaron al extremo de comenzar por el Espíritu, para acabar ahora en la carne? [4] ¿Habrá sido en vano que recibieron tantos favores? ¡Ojalá no haya sido en vano! [5] Aquel que les prodiga el Espíritu y está obrando milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la Ley o porque han creído en la predicación?

(C.I.C 79) Así, la comunicación que el Padre ha hecho de sí mismo por su Verbo en el Espíritu Santo sigue presente y activa en la Iglesia: "Dios, que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado; así el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo" (Dei verbum, 8). (C.I.C 475) De manera paralela, la Iglesia confesó en el sexto Concilio Ecuménico que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente lo que Él ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación (III Concilio de Constantinopla (año 681): DS 556-559). La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario estando subordinada a esta voluntad omnipotente" (III Concilio de Constantinopla: DS 556). (C.I.C 476) Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Concilio de Letrán (año 649): DS 504). Por eso se puede “pintar” la faz humana de Jesús (Ga 3,1). En el séptimo Concilio Ecuménico (II Concilio de Nicea, (año 787): DS 600-603) la Iglesia reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas. (C.I.C 477) Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jesús, Dios "que era invisible en su naturaleza se hace visible" (Prefacio de la Natividad del Señor II: Misal Romano). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. El ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, "venera a la persona representada en ella" (II Concilio de Nicea: DS 601).

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