martes, 29 de diciembre de 2009

2Co 5, 17 El que vive en Cristo es una nueva criatura

(2Co 5, 17) El que vive en Cristo es una nueva criatura

[17] El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.

(C.I.C 1212) Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana. "La participación en la naturaleza divina que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y, así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad" (Pablo VI, Const. apost. Divinae consortium naturae; cf. Ritual de Iniciación cristiana de Adultos, Praenotandos 1-2). (C.I.C 1215) Este sacramento es llamado también “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo” (Tt 3,5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual "nadie puede entrar en el Reino de Dios" (Jn 3,5). (C.I.C 1265) El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace también del neófito "una nueva creatura" (2Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf. Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza divina" ( 2P 1,4), miembro de Cristo (cf. 1Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm 8,17) y templo del Espíritu Santo (cf. 1Co 6,19). (C.I.C 1266) La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia de la justificación que: – le hace capaz de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo mediante las virtudes teologales; – le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los dones del Espíritu Santo; – le permite crecer en el bien mediante las virtudes morales. Así todo el organismo de la vida sobrenatural del cristiano tiene su raíz en el santo Bautismo.

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