domingo, 6 de diciembre de 2009

2Co 1, 20 Decimos «Amén» a Dios para gloria suya

(2Co 1, 20) Decimos «Amén» a Dios para gloria suya

[20] En efecto, todas las promesas de Dios encuentran su «sí» en Jesús, de manera que por él decimos «Amén» a Dios, para gloria suya.

(C.I.C 1061) El Credo, como el último libro de la Sagrada Escritura (cf. Ap 22, 21), se termina con la palabra hebrea Amen. Se encuentra también frecuentemente al final de las oraciones del Nuevo Testamento. Igualmente, la Iglesia termina sus oraciones con un Amén. (C.I.C 1062) En hebreo, Amen pertenece a la misma raíz que la palabra "creer". Esta raíz expresa la solidez, la fiabilidad, la fidelidad. Así se comprende por qué el Amén puede expresar tanto la fidelidad de Dios hacia nosotros como nuestra confianza en Él.

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