sábado, 4 de junio de 2011

Hb 13, 13-16 Ofrezcamos a Dios en todo tiempo

(Hb 13, 13-16) Ofrezcamos a Dios en todo tiempo

[13] Salgamos, pues, del recinto sagrado para ir a su encuentro, y carguemos con su misma humillación, [14] sabiendo que no tenemos aquí una patria permanente, sino que andamos en busca de la futura. [15] Ofrezcamos a Dios en todo tiempo, por medio de Jesús, el sacrificio de alabanza, que consiste en celebrar su Nombre. [16] No se olviden de compartir y de hacer el bien, pues tales sacrificios son los que agradan a Dios.

(C.I.C 2796) Cuando la Iglesia ora diciendo "Padre nuestro que estás en el cielo", profesa que somos el Pueblo de Dios "sentado en el cielo, en Cristo Jesús" (Ef 2, 6), "ocultos con Cristo en Dios" (Col 3, 3), y, al mismo tiempo, "gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celestial" (2 Co 5, 2; cf. Flp 3, 20; Hb 13, 14): “Los cristianos están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan su vida en la tierra, pero son ciudadanos del cielo” (Epístula ad Diognetum, 5, 8-9). (C.I.C 1330) Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor. Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia; o también Santo Sacrificio de la Misa, "sacrificio de alabanza" (Hch 13,15; cf. Sal 116, 13. 17), sacrificio espiritual (cf. 1P 2,5), sacrificio puro (cf. Ml 1,11) y santo, puesto que completa y supera todos los sacrificios de la Antigua Alianza. Santa y divina Liturgia, porque toda la liturgia de la Iglesia encuentra su centro y su expresión más densa en la celebración de este sacramento; en el mismo sentido se la llama también celebración de los santos misterios. Se habla también del Santísimo Sacramento porque es el Sacramento de los Sacramentos. Con este nombre se designan las especies eucarísticas guardadas en el sagrario.

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