(Ap 21, 15-22) Su Templo es el Señor Dios y el Cordero
[15] El que me estaba hablando tenía una vara de oro para medir la Ciudad, sus puertas y su muralla. [16] La Ciudad era cuadrangular: tenía la misma medida de largo que de ancho. Con la vara midió la Ciudad: tenía dos mil doscientos kilómetros de largo, de ancho y de alto. [17] Luego midió la muralla: tenía setenta y dos metros, según la medida humana que utilizaba el Ángel. [18] La muralla había sido construida con jaspe, y la Ciudad con oro puro, semejante al cristal purificado. [19] Los cimientos de la muralla estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento era de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de ágata, el cuarto de esmeralda, [20] el quinto de ónix, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de crisoprasa, el undécimo de jacinto y el duodécimo de amatista. [21] Las doce puertas eran doce perlas y cada puerta estaba hecha con una perla enteriza. La plaza de la Ciudad era de oro puro, transparente como el cristal. [22] No vi ningún templo en la Ciudad, porque su Templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero.
(C.I.C 1197) Cristo es el verdadero Templo de Dios, "el lugar donde reside su gloria"; por la gracia de Dios los cristianos son también templos del Espíritu Santo, piedras vivas con las que se construye la Iglesia. (C.I.C 1179) El culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4,24) de la Nueva Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se reúnen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las "piedras vivas", reunidas para "la edificación de un edificio espiritual" (1P 2,4-5). El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a Cristo por el Espíritu Santo, "somos el templo de Dios vivo" (2Co 6,16). (C.I.C 1048) "Ignoramos el momento de la consumación de la tierra y de la humanidad, y no sabemos cómo se transformará el universo. Ciertamente, la figura de este mundo, deformada por el pecado, pasa, pero se nos enseña que Dios ha preparado una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia y cuya bienaventuranza llenará y superará todos los deseos de paz que se levantan en los corazones de los hombres"(Gaudium et spes, 39).
No hay comentarios:
Publicar un comentario