martes, 28 de diciembre de 2010

Tt 2, 12a Rechazar la impiedad y los deseos mundanos

(Tt 2, 12a) Rechazar la impiedad y los deseos mundanos

[12] Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos,

(C.I.C 774) La palabra griega mysterion ha sido traducida en latín por dos términos: mysterium y sacramentum. En la interpretación posterior, el término "sacramentum" expresa mejor el signo visible de la realidad oculta de la salvación, indicada por el término mysterium. En este sentido, Cristo es Él mismo el Misterio de la salvación: Non est enim aliud Dei mysterium, nisi Christus ("No hay otro misterio de Dios fuera de Cristo") (San Agustín, Epistula 187, 11, 34: PL 33, 845). La obra salvífica de su humanidad santa y santificante es el sacramento de la salvación que se manifiesta y actúa en los sacramentos de la Iglesia (que las Iglesias de Oriente llaman también "los santos Misterios"). Los siete sacramentos son los signos y los instrumentos mediante los cuales el Espíritu Santo distribuye la gracia de Cristo, que es la Cabeza, en la Iglesia que es su Cuerpo. La Iglesia contiene por tanto y comunica la gracia invisible que ella significa. En este sentido analógico ella es llamada "sacramento". (C.I.C 776) Como sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo "como instrumento de redención universal" (Lumen gentium, 9), "sacramento universal de salvación" (Lumen gentium, 48), por medio del cual Cristo "manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al hombre" (Gaudium et spes, 45). Ella "es el proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad" (Pablo VI, Discurso a los Padres del Sacro Colegio Cardenalicio (22 junio 1973) que quiere "que todo el género humano forme un único Pueblo de Dios, se una en un único Cuerpo de Cristo, se coedifique en un único templo del Espíritu Santo" (Ad gentes, 7; cf. Lumen gentium, 17).

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