martes, 11 de agosto de 2009

1Co 2, 15 El hombre espiritual no puede ser juzgado

(1Co 2, 15) El hombre espiritual no puede ser juzgado
[15] El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie.
(C.I.C 1697) En la catequesis es importante destacar con toda claridad el gozo y las exigencias del camino de Cristo (Cf. Catechesi tradendae, 29). La catequesis de la ‘vida nueva’ en Él (Rm 6, 4.) será: — una catequesis del Espíritu Santo, Maestro interior de la vida según Cristo, dulce huésped del alma que inspira, conduce, rectifica y fortalece esta vida; — una catequesis de la gracia, pues por la gracia somos salvados, y también por la gracia nuestras obras pueden dar fruto para la vida eterna; — una catequesis de las bienaventuranzas, porque el camino de Cristo está resumido en las bienaventuranzas, único camino hacia la dicha eterna a la que aspira el corazón del hombre; — una catequesis del pecado y del perdón, porque sin reconocerse pecador, el hombre no puede conocer la verdad sobre sí mismo, condición del obrar justo, y sin el ofrecimiento del perdón no podría soportar esta verdad; — una catequesis de las virtudes humanas que haga captar la belleza y el atractivo de las rectas disposiciones para el bien; — una catequesis de las virtudes cristianas de fe, esperanza y caridad que se inspire ampliamente en el ejemplo de los santos; — una catequesis del doble mandamiento de la caridad desarrollado en el Decálogo; — una catequesis eclesial, pues en los múltiples intercambios de los ‘bienes espirituales’ en la ‘comunión de los santos’ es donde la vida cristiana puede crecer, desplegarse y comunicarse.

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