miércoles, 23 de abril de 2008

Mt 24, 45-51 Feliz el servidor fiel y previsor

(Mt 24, 45-51) Feliz el servidor fiel y previsor
[45] ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? [46] Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. [47] Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. [48] Pero si es un mal servidor, que piensa: “Mi señor tardará”, [49] y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, [50] su señor llegará el día y la hora menos pensada, [51] y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
(C.I.C 1021) La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros. (C.I.C 1051) Al morir cada hombre recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular por Cristo, juez de vivos y de muertos.

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