9. ¿Cuál es la plena y definitiva etapa de la Revelación de
Dios?
(Compendio 9) La plena y definitiva etapa de la
Revelación de Dios es la que Él mismo llevó a cabo en su Verbo encarnado,
Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación. En cuanto Hijo Unigénito de
Dios hecho hombre, Él es la Palabra perfecta y definitiva del Padre. Con la
venida del Hijo y el don del Espíritu, la Revelación ya se ha cumplido
plenamente, aunque la fe de la Iglesia deberá comprender gradualmente todo su
alcance a lo largo de los siglos. «Porque en darnos, como nos dio a su Hijo,
que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una
vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar» (San Juan de la Cruz)
Resumen
(C.I.C 73) Dios se ha revelado
plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para
siempre. El Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya
otra Revelación después de Él.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 65) "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo" (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. san Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1,1-2: “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra […]; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en El, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad” (San Juan de la Cruz, Subida del monte Carmelo 2, 22, 3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184). (C.I.C 66) "La economía cristiana, por ser alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (Dei verbum, 4). Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 65) "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo" (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. san Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1,1-2: “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra […]; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en El, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad” (San Juan de la Cruz, Subida del monte Carmelo 2, 22, 3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184). (C.I.C 66) "La economía cristiana, por ser alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (Dei verbum, 4). Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
Para la reflexión
(C.I.C 2651) La tradición de la oración cristiana es una de
las formas de crecimiento de la Tradición de la fe, en particular mediante la
contemplación y la reflexión de los creyentes que conservan en su corazón los
acontecimientos y las palabras de la Economía de la salvación, y por la
penetración profunda en las realidades espirituales de las que adquieren
experiencia (cf. Dei verbum, 8).
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