(Sal 29, 2) Aclamen la gloria del nombre del Señor
2 ¡Aclamen la gloria del nombre del Señor, adórenlo al manifestarse su santidad!
(C.I.C 2143) Entre todas las palabras de la revelación
hay una, singular, que es la revelación de su Nombre. Dios confía su Nombre a
los que creen en Él; se revela a ellos en su
misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la
intimidad. ‘El nombre del Señor es santo’. Por eso el hombre no puede usar mal
de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoración amorosa (Cf.
Za 2, 17). No lo empleará en sus propias palabras, sino para bendecirlo,
alabarlo y glorificarlo (Cf. Sal 29, 2; 96, 2; 113, 1-2).
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