GÉNESIS 45
(Gn 45,7-8) Ha sido Dios el que me envió aquí
7 Por eso Dios hizo que yo los precediera para dejarles un resto en la tierra y salvarles la vida, librándolos de una manera extraordinaria. 8 Ha sido Dios, y no ustedes, el que me envió aquí y me constituyó padre del Faraón, señor de todo su palacio y gobernador de Egipto.
(C.I.C 312) Así, con el tiempo, se
puede descubrir que Dios, en su providencia todopoderosa, puede sacar un bien
de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas:
"No fuisteis vosotros, dice José a sus hermanos, los que me enviasteis
acá, sino Dios [...] aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó
para bien, para hacer sobrevivir [...] un pueblo numeroso" (Gn 45, 8; 50,
20; cf Tb 2, 12-18 vulg.). Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el
rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los
hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia (cf. Rm 5, 20), sacó el
mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin
embargo, no por esto el mal se convierte en un bien.
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